Propio 12 (El octavo domingo después de Trinidad)


La Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, ahora y por siempre.  Amén.

La Invitación

¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido?
Dios es quien los hace justos.
¿Quién podrá condenarlos?
Cristo Jesús es quien murió; es quien resucitó,
y está a la derecha de Dios,
rogando por nosotros.
¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo?
¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución,
o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?
Pero en todo esto salimos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó.

(Romanos 8:33-35, 37, DHH, alt.)

Las Cuentas Cruciformes

Tus mandatos son maravillosos;
por eso los obedezco.La explicación de tus palabras ilumina,
instruye a la gente sencilla.
Con gran ansia abro la boca,
pues deseo tus mandamientos.
Mira con buenos ojos a este siervo tuyo,
y enséñame tus leyes.

(Salmo 119:129-131, 135, DHH.) 

Las Semanas

Dame, pues, un corazón atento, …
para distinguir entre lo bueno y lo malo. 

(1 Reyes 3:9, DHH.)

El Despido 

Sucede también con el reino de los cielos
como con un comerciante que andaba buscando perlas finas;
cuando encontró una de mucho valor,
fue y vendió todo lo que tenía, y compró esa perla.
Cuando un maestro de la ley
se instruye acerca del reino de los cielos,
se parece al dueño de una casa,
que de lo que tiene guardado
sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas.

(Mateo 13:45-46, 52, DHH.)

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.


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