La Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Mi alma proclama la grandeza del Señor;
mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
que ha notado la humillación de su sierva.
Desde hoy, todas las generaciones me llamarán bendita:
Dios Poderoso me ha hecho grandes obras,
y su nombre es santo.
Su misericordia alcanza a sus fieles,
generación tras generación.
Desplegó la fuerza de su brazo
y dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de sus tronos,
y levantó a la gente humilde.
Colmó de bienes al hambriento,
y a los ricos despidió sin nada.
Ayudó a su siervo, el pueblo de Israel,
porque recuerda la misericordia
prometida a quienes vivieron antes que nosotros,
a Abrahán y a su descendencia por siempre.
(Magnificat, BCP 1979, trad. 2022.)
La Invitación
Señor, tú estás en medio de nosotros,
todos saben que somos tu pueblo;
¡no nos abandones, Señor y Dios nuestro!
(Jeremías 14:9, 22, DHH.)
Las Cuentas Cruciformes
«El que confíe en él, no quedará defraudado.»
No hay diferencia entre los judíos y los no judíos;
pues el mismo Señor es Señor de todos,
y da con abundancia a todos los que lo invocan.
Porque esto es lo que dice:
«Todos los que invoquen el nombre del Señor,
alcanzarán la salvación.»
(Romanos 10:11-13, DHH.)
Las Semanas
«¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!»
(Mateo 14:27, DHH.)
El Despido
¡Den gracias al Señor!
¡Proclamen su nombre!
Cuenten a los pueblos sus acciones.
Canten himnos en su honor.
¡Hablen de sus grandes hechos!
Siéntanse orgullosos de su santo nombre.
¡Siéntase alegre el corazón
de los que buscan al Señor!
(Salmo 105:1-3, DHH.)
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.