La Cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del que trae buenas noticias,
que publica la paz,
que trae buenas noticias,
que anuncia la salvación,
que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»
— Isaías 52:7†
La Invitación
¡Aclamen al Señor, toda la tierra!
Estallen y canten de alegría, sí, ¡canten alabanzas!
Canten alabanzas al Señor con el arpa,
con el arpa y la voz de la melodía.
Con trompetas y sonido de cuerno de carnero,
hagan un ruido alegre ante el Rey, el Señor.
Que el mar ruja con su plenitud;
el mundo y los que lo habitan.
Que los ríos aplaudan.
Que las montañas canten juntas de alegría.
Que canten ante el Señor,
porque viene a juzgar la tierra.
Él juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con equidad.
— Salmo 98:4-9
Las Cuentas Cruciformes
Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por él,
y el mundo no le reconoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no le recibieron.
Pero a todos los que le recibieron,
les dio el derecho de ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre:
que no nacieron de sangre,
ni de voluntad de carne,
ni de voluntad de hombre,
sino de Dios.
— Juan 1:10-13
Las Semanas
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Vimos su gloria, llena de gracia y de verdad.
— Juan 1:14†
Después de la séptima cuenta:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
El Despido
Mi alma engrandece al Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador;
pues ha mirado la bajeza de su sierva;
he aquí, a partir de ahora,
todas las generaciones me llamarán dichosa.
El Poderoso me ha hecho grandes cosas,
y santo es su nombre.
Su misericordia es de generación a generación
sobre los que le temen.
Ha demostrado el poder de su brazo;
ha esparcido a los orgullosos
de la imaginación de sus corazones.
Ha derribado a los príncipes de sus tronos,
y ha exaltado a los humildes.
Ha colmado de bienes a los hambrientos,
y ha despedido a los ricos con las manos vacías.
Ha dado ayuda a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como habló a nuestros padres,
a Abrahán y a su simiente para siempre.
— Magnificat, Lucas 1:46-55⁜⌑†
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.